La Muñeca Amada Por El Tirano - Cap 99


 

Capítulo 99

"Qué buena noche, Alteza".

Miró fijamente al Emperador con un rostro sin emoción.

"...Lo es absolutamente".

Sezh se quedó aturdida al ver a Raytan con sangre por todo el cuerpo.

Se sentía como si estuviera en un sueño.

Una pesadilla atroz que no quería volver a contemplar.

"Ray... tan", entre los frágiles labios del Emperador brotaron palabras que parecían un suspiro.

Interesante cómo confundió a Sezh con Lillian pero reconoció a Raytan de un vistazo.

Sezh entonces se dio cuenta rápidamente de la razón...

"Sabía que iba a suceder... el día en que finalmente harías algo así".

...El Emperador aún reconocía a Raytan incluso bajo la fuerte dosis de medicina que había consumido...

"Como lo que decía... en esa leyenda."

...Por su miedo. El miedo que había tenido toda su vida.

"Sin embargo, no ha pasado tanto tiempo desde que Lize... se fue..."

"No pongas el nombre de mi madre en esa sucia boca".

La voz de Raytan era insoportablemente fría. No, todo en él estaba helado aquella noche: sus ojos carmesíes mirando fijamente al Emperador y su expresión distante también.

Dio un paso adelante para acercarse al Emperador y luego apuntó su espada al cuello del Emperador.

Todos pudieron ver cómo la sangre de una víctima desconocida goteaba desde la punta de su espada y caía sobre las ropas del Emperador. Escondida tras la cortina, Sezh se tapó la boca mientras los espiaba.

"Todo ha terminado, Carta Rowain. Nadie puede ayudarte".

La voz de Raytan se superponía a los horribles gritos que venían del exterior.

Lo que dijo era cierto. Aquí y ahora, nadie en el palacio podía ayudar al Emperador... porque todos ellos también estaban muriendo en ese momento.

"Raytan..."

El Emperador parecía saberlo también. Había una profunda sensación de derrota en su arrugado rostro mientras pronunciaba el nombre de su "hijo".

"Mi hijo... ¿Cómo está?"

¿No es también su hijo la persona que tiene delante? El Emperador aún parecía negar la existencia de Raytan incluso ahora.

"Es asombroso. En esta situación, ¿en cambio sientes curiosidad por eso?" Raytan se burló.

“Ayúdame a elegir, Carta", sonrió satisfecho. "¿Debería cortarte la cabeza y mostrársela a Bern? ¿O debería hacerlo al revés?"

"...."

"No me importa de cualquier manera".

El Emperador miró a Raytan con el rostro inexpresivo y luego emitió una extraña carcajada. Su risa sonaba pequeña y estaba más cerca de un suspiro.

"Todo el mundo... me lo dijo…" La voz del Emperador era fugaz. "Que debo matar... a alguien como tú".

"..."

"Si tan sólo así... pudiéramos prevenir cosas terribles..."

"..."

"Tu madre..."

El ceño de Raytan se frunció.

"Si Lize no me hubiera detenido... lo habría hecho..."

Las palabras del Emperador no continuaron. Fue a causa de Raytan que de repente se abalanzó sobre él. Incluso Sezh se sobresaltó ante su repentino movimiento.

Raytan, que agarró el cuello de su padre, mostró esa cara terriblemente fría, igual que cuando le cortó el cuello en el pasado.

"¿De qué estás hablando?"

"Ugh-"

"¡¿Te estoy preguntando de qué estás hablando?!"

Raytan empujó al Emperador con dureza. El pecho del joven subió y bajó pesadamente.

"Atándote a una piedra y arrojándote al río. Incluso dejarte en un bosque plagado de leones. ¿Quién podría detenerme?"

Era una historia que Sezh también conocía. ¿No estaba todo el mundo seguro de que el Emperador le había hecho algo así a Raytan, que ni siquiera había sido capaz de abrir bien los ojos en aquel momento?

Sin embargo, el Emperador negó con la cabeza.

"Ella... me detuvo".

"¿Qué?"

"Mientras te sujetaba... Lize me suplicó".

"Su Alteza, este es mi niño, mi hijo.”

"Ella dijo que, si mueres, ella morirá contigo…"

"Si Su Alteza quiere hacer eso, entonces hágamelo a mí también.”

"Ella... suplicó así."

'Por favor, átame una piedra al tobillo y arrójame al río. Átame y abandóname en el bosque para que pueda estar junto a mi hijo'.

Lize era como un lago: siempre tranquila y calmada. Pasará lo que pasara, nunca reía ni lloraba. Incluso cuando recibía joyas caras que los de baja cuna no podrían tocar en su vida, o cuando él la obligaba a emborracharse.... ella siempre estaba así. Una mujer así le agarraba la pierna mientras suplicaba por su hijo. Si tenía que matar al niño, Lize le dijo al Emperador que la matara a ella también.

O moriré yo primero.

Lize se arrastró y apuntó la daga a su esbelto cuello.

Raytan era el niño que el Emperador debería haber matado.

Sin embargo, no podía perder a Lize.

"Pero al contrario de lo que la gente sabía y esperaba de mí, difundí un rumor que decía que, aunque te arrojara al río o te abandonara en el bosque... no morirías".

"..."

"Si aun así insistía en matarte... Lize dijo que se volvería loca."

El Emperador no tiró al niño al río, ni lo dejó solo en el bosque.

Dejó al niño en la parte menos profunda del río, río abajo, con una criada. También lo envió al bosque con un caballero de escolta.

El niño sobrevivió y todos creyeron la treta.

"Si no fuera por Lize... Estarías muerto. Sin duda".

Los ojos de Raytan temblaban ferozmente. Si no hubiera sido por su madre, ¿habría muerto? No, ella se vio obligada a hacerlo. Ella lo dejó solo. Ella empujó a su hijo a este infierno...

"Tu madre arriesgó su vida para salvarte, pero tú... te atreves a...."

No fue por maternidad o amor que Lize arriesgó su vida para salvarlo. Raytan lo sabía demasiado bien. La única razón por la que se aferraba al Emperador, al que odiaba, no era otra que...

"¿Te cuento un secreto, Carta?" Raytan sonrió.

"Fue por este mismo momento que mi madre arriesgó su vida para salvarme".

El Emperador se sobresaltó y se agarró el pecho.

"Ella siempre soñó con ello. El momento en que ese niño maldito, Yo…, finalmente lo arruinara todo como en la leyenda".

La afilada espada giró y emitió un sonido espeluznante. Apuntó con ella al pecho del Emperador.

"Mi madre me la regaló cuando cumplí 18 años. Me dijo que algún día la usaría. No es sólo la espada. Ella preparó con esmero muchas cosas desde hace mucho tiempo".

"... ¿Qué?"

"Desde el día en que le rompiste la cabeza a mi padre sin piedad".

Los ojos del Emperador, llenos de tormento, temblaron salvajemente.

"¿Alguna vez has tenido dudas? ¿Sólo una vez?" preguntó Raytan con voz fría.

"No... No puede ser..."

Mirando al Emperador con rostro inescrutable, Raytan tiró del cuello de su camisa empapada en sangre. Un gruñido salió de su boca y Sezh pudo ver cómo un botón caía al suelo. Ahora se le veían los hombros.

"¿Sabes qué es esto?"

Señaló su hombro izquierdo, que siempre había estado envuelto en vendas. Ni siquiera Sezh lo había visto antes.

En su piel morena.... había una marca.

Una marca en forma de pájaro.

"La marca de la tribu Kunir".

'¿Por qué llevas vendas aquí, aunque no estés herido?'

Sezh se tapó la boca inmediatamente al recordar una pregunta que le hizo una vez.

'¿Sabes lo feliz que fui cuando te di a luz?'

Lize intentó matar a Raytan en el barco porque pensaba que era sangre del Emperador. Era natural que tuviera dudas sobre el padre del bebé. En cuanto el Emperador la tocó, tomó medicinas para abortar al bebé, por si acaso.

Lize, embarazada, se golpeó el vientre con una piedra y bebió veneno sin cesar, pero el niño no murió. El feto estaba pegado a su cuerpo como una sanguijuela de la que no podía deshacerse.

Así que, al final, nació Raytan.

Fue justo en el momento en que Lize, que había perdido la razón, estaba a punto de estrangular al niño con sus manos temblorosas.

Una marca familiar apareció en su hombro: la marca de la tribu Kunir heredada de generación en generación. Una marca en forma de pájaro...

'Pero era extraño. Ni Moonid ni yo tenemos el pelo negro. Entonces, de repente... me di cuenta de algo'.

Recordando las palabras de Lize, Raytan sonrió fríamente.

'Tú eres... una oportunidad que Dios me ha dado. Como la leyenda, eres la oportunidad de arruinarlo todo'.

Abrazando a su bebé recién nacido, Lize río. Chilló como una loca.

'Mira esto, Moonid.'

'Yo lo hice'.

'¡Lo hice!'

'Fuiste engañada, Carta.'

'Después de eso, decidí... que me vengaré.'

'Pero Madre... No podrás vengarte... Eso es imposible.'

El joven Raytan se lo dijo a Lize. Él no tenía ni siete años en ese momento. Por aquel entonces, ya era consciente de que en el Palacio Imperial no había nadie del lado de Lize. Además, su objetivo de venganza no era otro que el Emperador. No podía ser posible.

'No, sí puedo', dijo Lize con una sonrisa. 'Por eso te di a luz y te mantengo continuamente con vida, ¿no es así?'

"No soy tu hijo".

El rostro del Emperador se ensombreció. Al instante recordó un recuerdo de años atrás... Las palabras que escuchó de Lize cuando estaba a punto de matar al recién nacido.

'Este es mi niño, mi hijo'.

Al menos una vez en su vida... ¿alguna vez había dicho algo como 'Es nuestro hijo' o 'Es el hijo de Su Majestad'?

"Tú... simplemente por eso..."

Había un profundo remordimiento en los ojos del Emperador.

"Esta... cosa..."

"'Meramente', ¿dices?"

Los ojos de Raytan se llenaron de rabia.

"Madre nunca se olvidó de algo que describes como 'mero', Carta. La madre de mi madre y la madre de mi abuela tampoco olvidarían nunca cómo nos perseguisteis".

'Lo que nos hizo así es Denhelder. No olvides eso’.

"Esta no es la primera vez".

'Una mujer que traicionó a Dios dio a luz. El Emperador la amenazó de muerte. Ella no tuvo más remedio que escapar sin siquiera tener tiempo de cortar el cordón umbilical de su bebé. Dijeron que esa era la raíz de todo esto'.

"La mujer que traicionó a Dios y la niña a la que dio a luz... Todas les hicieron lo mismo. ¿Estoy en lo cierto?"

'De aquí para allá, de allá para acá. Fue por culpa de esa gente que no pudimos establecernos en un solo lugar y no tuvimos más remedio que llevar vidas humildes.'

"Incluso después de tanto tiempo, seguís buscándolos una y otra vez. Luego, después de encontrar la línea de sangre de la mujer, los matáis una y otra vez..."

'Pero mírame. ¿No volví aquí después de todo? Ni siquiera me permitieron tener esperanza'.

"Trajiste lo último de esa línea de sangre a Denhelder. Con tus propias manos".

'Esto, también, debe ser la voluntad de Dios.'

"Tú, tú..."

El Emperador miró incrédulo a Raytan. Apareció en la cara del Emperador una expresión de desconcierto por haberle dicho algo que nunca debería haber oído.

"¿Tú... y Lize...? Es mentira. Tiene que ser mentira. Dicen que murieron hace mucho tiempo. Los descendientes de esa mujer…"

"Todo es culpa tuya."

"..."

"Y tú..."

El Emperador jadeó con el rostro pálido. Todas las cosas que había temido durante toda su vida acabaron sucediendo a la vez.

Raytan miró fijamente al Emperador y luego continuó hablando.

"Aunque vayas a morir, no me quites los ojos de encima, Carta. Observa todo lo que sucede".

Raytan sacó la espada que había clavado antes en la cama. Luego la dirigió al cuello del Emperador.

"Dios..."

"..."

"Dios no te perdonará... Raytan..."

Mientras el Emperador lo maldecía con voz menguante, la ira amaneció en los ojos rubí de Raytan.

"Entonces reza ahora. Reza y gime con esa garganta. Para que Dios pueda ayudarte..."

"...."

"Porque voy a matarte".

La hoja afilada de su espada osciló en un instante.

Con un golpe seco, algo redondo rodó por el suelo hasta llegar a los pies de Sezh, que estaba escondido tras la cortina.

Era la cabeza del Emperador.

Sezh cayó al suelo con la boca cerrada.


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